Cuando se prenden las alarmas...
Actualizado: 8 mar 2020
Esta semana la alerta del inicio de un nuevo brote se ha encendido. Siempre que esto sucede, vienen a mi mente las imágenes en la clínica, horas de desesperación y ansiedad en las que no se tiene certeza de lo que se viene. Cuando se prenden las alarmas, siguen días en que intento calmarme, pensar postivo, escuchar la música que más me gusta y olvidar cualquier situación que me genere estrés. No siempre funciona; si la alarma está en rojo, querer actuar de bonita manera durante 3 días, ya no hace efecto.
La cuestión en esta oportunidad ha sido incierta. Por un lado, el lunes tuve mi sesión número 15 con Belimumab, un tratamiento biológico que ha sido una maravilla para mi cuerpo. A partir de ese día, he tenido fuertes dolores articulares y musculares, cefalea, fotosensibilidad más fuerte de lo normal, algunos moretones y muchísimo sueño y pereza. Luego de las últimas aplicaciones ha sucedido, y aunque he informado, hasta el momento no le habían puesto el cuidado necesario. ¿Por qué está sucediendo este dolor repentino?
Coincidió que dos días después tuve una cita con mi reumatólogo; aunque los exámenes de laboratorio daban buenas noticias, quien estaba en frente suyo era otra persona. Le conté todo lo que había sentido durante la semana y enfaticé acerca de los efectos que desde hace unos meses me causaba Belimumab.
Si es un tratamiento contra el lupus, no causaría efecto contrario; no debería hacerme sentir tan mal. Se descarta entonces, que esta sea la causa. ¿Un nuevo brote que coincide con las aplicaciones y que en silencio intenta asomarse? El resto de la consulta desató dudas, preguntas, exámen físico y finalizó con lo que no deseaba escuchar:
Subir la dosis de corticoides para evitar un nuevo brote que pueda estarse generando sin hacer mucho ruido, imitando incluso otros síntomas para no ser descubierto y develar de repente sus sucias intenciones en cualquier órgano, en el menos pensado.
Cada vez que dicen "aumentar corticoides", siento que todo lo que he logrado con tanto esfuerzo durante unos meses se va al suelo. Pero, a la vez sé que subir la dosis en estos caso, es lo único que previene un nuevo brote, quizá peor que el anterior. ¡Qué dilema! ¿Hacer o no hacer caso?
De seguro muchos no lo harían, pero no quiero imaginar las consecuencias. De solo pensar en un riñón dañado, en volver a la clínica, en no poder moverme, ¡qué más da subir la dosis por un tiempo!
LLevo ya una semana tomando 16 mg. No es mucho, lo sé, ¡qué exagerada al armar todo este drama! Pero cuando solo tomo 2 mg día por medio y he bajado 7 kilos con gran esfuerzo... ¡nadie querría retroceder!
Y aquí voy, con un umbral del dolor de 2 en tan solo 5 días. Sí, acepto, el reumatólogo sabe más que yo en este tema, y no creo que le esté preocupando tanto el aspecto físico y la vanidad como suele sucederle a cualquier mujer. Está ideando la fórmula perfecta para que haya un equilibrio entre, vivir sin dolor e inactivar la enfermedad. ¡Que nada la despierte!
Me queda el reto de seguir firme, inquebrantable ante cualquier número de dosis; continuar con una alimentación sana, un estilo de vida optimista, con los suplementos alimenticios que consumo hace 5 años,con los cuidados básicos, con lo que debo poner de mi parte para que esta alarma que se ha encedido, sea falsa, o por lo menos haya manera de apagarla.
Lupus, ¿vamos a dormir?
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