El vuelo de Guillo
En mi tarea diaria de darle visibilidad al lupus no puedo olvidarme de cada uno de los valientes que abrieron sus alas luego de luchar contra esta enfermedad por un buen tiempo. Y aunque el caso de Guillo no entra en la categoría de seres humanos, sí es relevante porque justamente el desconocimiento le impide comprender a una gran parte de la población, que los perros también pueden padecerlo.
Guillo tenía 14 años cuando el 24 de junio de 2022 a las 10:30 de la mañana recibió la eutanasia. Qué dura decisión y qué difícil despedirse cada día, un poco más de lo normal, de un ser que fue compañía, salvación y lealtad. El lupus tomó ventaja de repente y ninguna medicina hacía el efecto esperado.
A su avanzada edad y junto a otros diagnósticos como erliquia e hipotiroidismo, el lupus encontró una buena forma de acomodarse; su sistema inmunológico se debilitaba, física y neurológicamente comenzó a dejar huellas de difícil manejo, el pelo se le caía por zonas y las llagas en su boca le impidieron en algún punto tomar incluso agua. Se le detectó un linfoma del cual nunca se supo su estado. Por el temor a que Guillo no resistiera la anestesia al practicarle una biopsia, su familia lo dejó quieto y comenzaron a tratarlo con medicina homeopática.
Como todo valiente, Guillo deseaba que su vida continuara con naturalidad: no quería que lo alzaran para bajar las escaleras, intentaba comer, quería caminar incluso en los días de lluvia, sonreía y algunas noches dormía mejor que otras.
Según American College of Veterinary Surgeons (ACVS), hay razas caninas que tienen mayor predisposición a sufrir lupus, entre ellos los Beagles, Setter Irlandés, Pastor Alemán, Caniches y los Collies, debido a que suelen formar complejos antígeno-anticuerpo que producen lesiones inflamatorias tisulares y anticuerpos contra células después de los 6 años de edad. En el caso de Guillo, a principios de 2022, presentaba ya parte de los síntomas graves de la enfermedad: úlceras orales, lesiones cutáneas, leucopenia y signos neurológicos.
Un mes antes de su vuelo final, Guillito dejó de comer. Le costaba tomar agua y tragar sólidos y aunque su familia convirtiera su almuerzo en una papilla, en algún momento fue imposible alimentarlo. Guillo comenzó a ir a la veterinaria a diario para hidratarse con suero; muchos medicamentos y poca comida generaron gastritis y tal como lo hace el lupus cuando toma ventaja, le impedía orinar, caminar...
¿Alguna diferencia con los seres humanos? ¿Sienten menos o más que nosotros? ¡Qué valiente, Guillo! Cuántas veces habló con aquella mirada que se iba apagando lentamente. Cuántas veces sintió angustia y pasaba las noches en vela, deambulando de un lado para el otro. Cuántos lenguetazos de gratitud y de amor incondicional dio a su familia, acostado, descansando de la fatiga, mientras ellos en silencio sabían que aquella fecha no deseada se acercaba.
Qué dura decisión. Según la nueva ley de bienestar animal en Colombia, la eutanasia solo será legal bajo criterio veterinario cuando el único objetivo es evitar el sufrimiento. Será una posibilidad ante el diagnóstico de cualquier enfermedad que afecte a la calidad de vida del animal, le provoque dolor y para la cual, no haya tratamiento efectivo que pueda mejorar su salud o al menos mantenerla en unos límites mínimos.
Cada foto de Guillo tiene una sonrisa y es así como debemos recordarlo. Un perrito valiente, con un diagnóstico invisible, ignorado, que hoy se pone sus alas moradas para darle visibilidad al lupus.
He escrito sobre Guillo en dos ocasiones: aquí pueden encontrar la primera parte de su historia y aquí, la lucha de este valiente que gracias al amor de su familia, se mantuvo fuerte hasta el final.
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