El secreto de Guillo
En agosto de 2021 conocí la historia de Guillo, un beagle que en su momento tenía 13 años y un reciente diagnóstico de lupus que amenazaba con deteriorar sus últimos años de vida. La angustia y la incertidumbre de su familia humana frente a esta nueva enfermedad, trajo días y noches de cuidados extremos, medicamentos por horario, exámenes costosos, momentos de tristeza y sobre todo, total empatía por lo que Guillo podía sentir al caminar, al despertar o incluso al dormir.
A pesar de las desalentadoras noticias, Guillo debía encontrar lo bueno de lo malo, así, tal como nos pasa a los humanos, y en especial, a quienes vivimos día a día y durante muchos años con una enfermedad autoinmune. Sin pretender humanizarlo y sin creerme médico veterinario, sé que Guillo, desde su alma pura y fiel, desde su amor incondicional, comenzó a luchar y puso de su parte para que el lupus no se llevara su sonrisa. Los perros son sensibles y estoy segura que él antepuso su dolor y su cuerpo comenzó a responder al fuerte tratamiento, a las caricias humanas y a las lindas palabras que escuchaba por las noches mientras le rascaban su cabecita; estoy convencida, que Guillo sabe que más allá de las molestias físicas cuando hace frío, su calidad de vida es tan óptima, que la mejor manera de agradecer tantos cuidados a su familia humana, es vivir tranquilo y feliz.
¿Quién no vive tranquilo, si su familia comprende su diagnóstico?
¿Quién no sonríe a diario, a pesar de tener un dolor articular fuerte, cuando no se es juzgado de flojo o perezoso o tachado de exagerado?
¿Quién no duerme y come bien, si sabe que sus medicinas, los abrazos, las personas que amas y las palabras positivas están ahí, sin reproches?
Reitero que no pretendo humanizarlo, es entender que cualquier ser vivo, incluso las plantas, responden a la forma en que llevan su día a día. Entonces, ¿por qué las personas no lo aplican?
Guillo es afortunado y hoy 15 de febrero, llegó a sus 14 años. La sonrisa de las fotografías, lo dicen todo. Ha tenido una que otra infección tratable, permite que le pongan los medicamentos en su naricita que cambió de color debido al lupus e incluso ha bajado gradas muy lentamente varios días que no ha habido ascensor en su edificio. Juega con los perritos que se encuentra en sus paseos diarios, mueve la cola, come y duerme como un bebé y aunque su cuerpo ya refleje su edad, su fortaleza lo mantiene vivo, activo y con el lupus bajo su control. Su familia lo ama, lo cuida, incluso si llueve, sale bien protegido a la calle. No recibe gritos, ni golpes... ningún mal trato. Guillo no es rechazado, no es un estorbo; Guillo es un perrito feliz.
¿Cómo podría desmejorar la salud cuando el ambiente de quien la padece está en armonía?
Feliz cumpleaños, Guillo, eres un ejemplo de lo que muchas personas no practican: la paciencia, la tranquilidad y la buena energía, a pesar de las dificultades. Dios te permita calidad de vida por mucho tiempo.
Fotos suministradas por su familia. Gracias a ellos, por la tolerancia, la empatía, el amor incondicional, el cariño y los cuidados diarios.
Felicitaciones y gracias por compartir la hermosa historia de amor de Guillo y su familia. Mi Beagle se llama
Chachita y tiene 10 años; por razones de salud consume un alimento especial de Hills, y yo siempre bromeo diciendo que su comida es mas cara que mis almuerzos, y es casi verdad. En ocasiones he tenido que prestar para comprarla, pero eso es lo que uno hace por alguien de la familia a quien queremos ver vivir con buena salud, por mucho tiempo y mucho amor.