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Foto del escritorSandrillaP

Cuando las mascotas tienen lupus

Actualizado: 19 ago 2021


Después de vivir 12 años con un diagnóstico impredecible, que se duerme y se despierta con un previo aviso silencioso, me angustia cuando me llaman a contarme que alguien de 12, de 20, 29 o 33 años acaba de recibir el diagnóstico. Más angustiante aún, saber que un perro, el ser más fiel que existe en este planeta, lo padece. Porque aunque poco se habla del tema, los animales también pueden padecer lupus en cualquiera de sus presentaciones.


Guillo es un beagle de 13 años y es el hijo perruno de una gran amiga que durante gran parte de su vida ha batallado con la diabetes. Ella se ha visto en situaciones en las que, prácticamente debe rogar para que el servicio de salud le dé la insulina a tiempo y parte de sus medicamentos para sobrevivir con dignidad. Ahora ha recibido una desalentadora noticia: Guillo tiene lupus.


Mientras escuchaba la historia de Guillo, pensaba en sus momentos de dolor y molestia por el Sr. Lupus que ahora también vivía en él. Pensaba en las noches de frío, la rigidez muscular, las horas de calor, las ganas de no hacer nada más que quedarse echado en su manta y en los días en que quisiera dejarse morir. Guillo no puede expresar con palabras todo esto, pero sus cambios de humor, sus chillidos, su mirada débil y comportamiento diario, lo dirá todo. Por fortuna tiene una mamá responsable y que entiende de los días oscuros a causa de una enfermedad, dispuesta a gastar tiempo y dinero para darle una buena calidad de vida.


Pero, cuáles fueron las señales?

En páginas especializadas en el tema, el cuadro clínico que desarrollará el peludito dependerá del tipo de lupus: sistémico o cutáneo. Presentarán entonces entre los síntomas, lesiones en la cara, en las orejas, las patas o los genitales; sus almohadillas se engrosan, se ulceran o desprenden, tal como si a nosotros los humanos nos salieran las úlceras en la boca o nariz. En mi caso, solo una vez he presentado y me bastó para saber lo doloroso e incómodo que es. Lógicamente, los perritos también sentirán dolor, rasquiña, inflamación de las articulaciones, cojera, fiebre, problemas en riñones, anemia, infecciones en la piel que rodea las uñas e incluso pueden caerse.



¿Diferencias con los humanos? Ninguna. Sé lo que es vivir sin uñas, se me cayeron un par de las manos y de los pies en los primeros dos años de la enfermedad y prácticamente mencionar los anteriores síntomas es regresar a diferente época del diagnóstico. Que si sufren, por supuesto. Y si tienen suerte y cuentan con una familia que hará lo imposible por hacerles el tratamiento, mejor aún.


Lo único positivo en ellos, es que los de su especie no los criticarán, ni mirarán con extrañeza por una mancha en la nariz o una almohadilla inflamada; tampoco hablarán entre ellos por su repentino sobrepeso a causa de los corticoides. En cuanto al acoso, a los perritos les va mejor. Aunque estoy segura que se encontrará en el camino algún humano que cuando lo vea piense en infecciones contagiosas como una sarna y alzará con disimulo a su perrita recién peinada de alto pedigrí . ¡Los humanos y sus idioteces!


La cura. Quisiera haber encontrado bibliografía que diese la buena noticia de que tiene cura, pero el lupus, en cualquier presentación, por el simple hecho de ser lupus, estará ahí, dormido o despierto. Los perritos también podrán ser tratados y la variable entre ellos está en la gravedad del diagnóstico; tal cual, como en humanos.


El tratamiento será de por vida, y puede llegar el momento en que su amo desista primero que él. Que piense que lo mejor es dormirlo o que el dinero no le alcanza algunos meses; o quizás sea aquel amo consciente de que es un amor digno de mantener hasta el último de sus días.


Guillo será mi reflejo en cuatro patas. Tendrá altas dosis de corticoides que luego reducirán. El sol será su enemigo, el frío y el calor serán extremos aunque para el resto no lo sean e incluso la luz de las lámparas de su casa le harán sentir incómodo. Guillo deberá aprender a lidiar con sus estados de ánimos y mi amiga, que lo ama con toda el alma, tendrá que leer, instruirse, comprender que cada día es único, que algunas mañanas no querrá salir, no querrá comer, que el ánimo será inestable y que si el tratamiento funciona y su ritmo de vida es tranquilo, podrá celebrar su cumpleaños 14, 15 y por qué no, el 17.


Guillo es hoy una bella mariposa, un representante más de la fortaleza invisible.

 

Nota final: La mamita de Guillo me proporcionó estas fotos y me dio total permiso de publicarlas. Seguiré su caso hasta el final.


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