Antes de que termine el año
Por lo general antes de la media noche, mi familia realiza un brindis, se dicen palabras bonitas, se agradece y se recuerda a quienes no están. Luego, siguen los abrazos, algunos lloran pero también se sonríe. Es una costumbre que suele repetirse año tras año y que, normalmente está ambientada por las mismas canciones de despedida y por un locutor eufórico que desata emociones y hace un conteo regresivo que contagia a cada uno de los presentes.
Ese día, uno abraza y expresa con sinceridad, y a quienes no están, todo se soluciona ahora con un bonito mensaje de texto o una imagen que encierra la idea principal: desear feliz año nuevo.
Muchas veces esperamos ese momento para dar un abrazo, enviar un mensaje, hacer esa llamada, llorar y perdonar. ¿Qué tan seguros estamos, de que para ese momento seguiremos vivos y lúcidos? ¿Y si morimos en Navidad o en agosto? ¿Si la vida no nos da chance hasta ese día, a las 12 de la noche?
Es hoy.
Este año perdí personas que de seguro, no esperaban morir de esa manera ni tan pronto. Perdí personas que dejan hijos, pareja, familia, amigos y que inesperadamente partieron dejando asuntos inconclusos y proyectos a medias.
Una de ellas, fue una gran mujer, de quien hace días había intentado escribir, pero cada vez que recuerdo la forma tan repentina en que partió, aún me siento triste. Por ello, aunque en mi mente he tenido las palabras adecuadas, no he podido sacarlas de allí.
Tan solo tenía 32 años y desde los 19 tenía diagnóstico de lupus eritematoso sistémico. Estudió medicina, se especializó en reumatología y como médico trataba a sus pacientes con lupus y enfermedades autoinmunes de una manera única y una empatía sin igual. La ternura, la honestidad de sus palabras y la sincera preocupación y ganas de ayudar al otro, hacían que el dolor se apaciguara cuando la escuchaba.
Me animó con la caída del cabello. Me decía que ella tuvo que cortarlo durante varias recaídas y que me lo tomara con tranquilidad. Que disfrutara el proceso, que cambiara de look o que usara extensiones. Con su dulzura y sus palabras, me convenció que así era, y hasta hoy, me sigo tomando con total paciencia. También me animó a bajar de peso. Le conté en una ocasión, que los corticoides no me permitían volver a mi peso normal y que me encontraba desanimada al respecto. Me dijo que nada en el lupus es normal, que simplemente la paciencia, el ejercicio, la sana alimentación y la buena actitud, me permitirían bajar sin darme cuenta y que esto, era algo que debería hacer cualquier persona, con o sin lupus. Le agradecí por animarme a bajar de peso, a sentirme bonita, a luchar contra esta enfermedad. Me decía, "hija, me hiciste el día, gracias por tus palabras".
El día que supe por su cuenta de Instagram que el lupus estaba haciendo de las suyas de forma agresiva, me impactó la manera tan tranquila y jocosa en que contaba lo que padecía; "sangro por la boca en las mañanas, como un vampiro", fue uno de sus comentarios. Esa semana, solo ponía un corazón cuando yo le enviaba mensajes. Un día, no hubo más ...
El 14 de diciembre, mientras desayunaba, leí sobre su fallecimiento. Su lupus hizo que sangrara por todo su cuerpo, tal como lo viví yo en 2018. Pero un coágulo de sangre llegó a su cerebro y todo acabó. Mis médicos suponían, yo tendría el mismo final, pero milagrosamente, el sangrado cesó y todo comenzó a evolucionar de mejor forma. Pero Kelly no lo logró.
Lloré mucho su partida. Hoy, mientras escribo, aún siento tristeza, intento no llorar y quisiera de alguna forma haberle agradecido más. No alcanzamos a vernos. Se supone, en mayo lo haríamos.
El día es hoy. Repítelo mañana.
Esperar a un 31 de diciembre a la media noche, para abrazar la familia, para expresar sentimientos, para bailar, para reir, llorar... es una tradición sin sentido que he decidido no continuar.
Abrazaré, expresaré, bailaré, reiré, lloraré, besaré, pediré perdón, perdonaré, llamaré y haré todo lo que me nazca, en el momento justo, sin esperar fechas especiales. No sabemos si de repente la muerte nos atrapa o se lleva a ese ser que, solo esperaba mi llamada de cumpleaños o la visita de fin de año.
Aprendí que puedes lucir bella por fuera, pero que por dentro, el lupus afila sus garras y atacará sin piedad. Mis escritos quedarán, pero trataré de no tener palabras en deuda con nadie. El día es hoy y mañana lo repetiré. Lo que genere tranquilidad emocional y espiritual, hará que mi existencia lidie con el lupus con más calma y sin miedo a la inminente muerte.
2020, espero seguir escribiendo y tener la posibilidad de ser feliz cada una de las 52 semanas. Todo depende de mi. Pondré todo de mi parte, para que así sea.
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