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Un ratico, nada más

Actualizado: 6 abr 2023

Hoy alguien muy cercano me dijo, "es que definitivamente hay que aprovechar cada momento". Al escucharla, acongojada y triste por la noticia que desde hace un par de días nos preocupa como familia, la miré asombrada de que justo en esta calamidad, ella entendiese la importancia de los momentos. Justo ahora. El ser humano a veces aprecia la vida en la adversidad. Se aprende y se valora lo bueno a través del dolor.



Carpe diem, quam minimum credula postero / Aprovecha el día, sin confiarte para nada del mañana, Horacio.


El lupus es tratado por algunas personas con diagnóstico, como un enemigo, como una maldición que llegó a arruinar su vida, una enfermedad malvada que derrumbó los planes, un demonio que hizo trizas la relación con su pareja, que destruyó su espectativa de vida. Para otros, como yo, el lupus es un amigo, un ser que abrió mis ojos y me mostró el valor de cada segundo, una enfermedad que me convirtió en mejor persona, que me permitió dejar a un lado emociones y personas negativas, que me hizo entender que cada día cuenta, que de lo malo siempre resulta algo bueno, que debo aprovechar el día. Carpe diem.


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Dicen también que las enfermedades o que las desgracias unen a las familias; que los hermanos que no se hablaban se dan ese abrazo esperado hace años, que el padre perdona a aquel hijo que tomó un rumbo distinto al deseado, que se comienza una cadena de oración a la que se une incluso el tío ateo. Quienes sienten que las deudas emocionales no le dejan descansar, lloran, sufren, padecen tanto o igual a aquella enfermedad, se culpan, se flagelan y ninguna palabra les da suficiente paz.


Mi familia pasa por estos días por una tristeza y preocupación profunda; cualquier enfermedad es dura y después de sobrevivir al covid 19, se nos olvida que también hay otras maneras de caer en un hospital o en una UCI. El positivismo y la oración se convierten en nuestros mejores aliados. Nos parece imposible, increíble que alguien pase de un estado aparentemente saludable a una cama, con oxígeno con un diagnóstico que, como dicen los médicos, ni siquiera ha sido fácil de concluir. Comenzamos a recordar la última vez que compartirmos con esa persona, lo feliz que estaba, el papel importante que cumple en la familia, pero que quizás nunca antes lo habíamos contemplado así. Especulamos cómo será su vida si logra salir de allí, qué cuidados deberá tener, qué secuelas pueden quedar y qué limitaciones aparecerán. Nos detenemos finalmente a pensar, que algunas veces no le respondimos una llamada porque estábamos ocupados o que evitamos que viniera a visitarnos. Entendemos que la vida es efímera, que no tuvimos en cuenta tal momento, que no aprovechamos esa noche para decirle eso...


Memento mori. / Recuerda que vas a morir.

Somos afortunados de los años de vida que hemos vivido, sin embargo, ¿estamos orgullosos de lo vivido cada año? Años sumergidos en el sufrimiento o en hacer realidad un proyecto; tiempo metidos de cabeza en una queja constante o en evitar que ese bloqueo mental nos condene a una vida vacía y sin sentido. ¿En realidad estamos viviendo? ¿Estamos disfrutando el día de tal forma que somos conscientes de que irremediablemente, vamos a morir?


El Sr. Lupus me enseñó a la fuerza que no me debe preocupar la muerte, sucederá tarde o temprano, pero con gran sabiduría, también me hizo ver hacia atrás, perdonar, deshacer, desechar y enterrar cualquier experiencia o persona que hoy perturbara lo que quiero ser.


El Sr. Lupus llegó para quedarse con una sola intención: hacerme más fuerte o destruirme por completo. No hay reproches ni quejas de mi parte. Solo tengo agradecimientos para él.


Entendí a la fuerza que la vida es un ratico, que si no vivía hoy, a pesar de mis limitaciones, pronto estaría lamentando mi existencia. Carpe Diem.




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