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Foto del escritorSandrillaP

Cada quien en su lugar.

Actualizado: 27 abr 2020

¿Les ha pasado que cuando están enfermos se encuentran con estos tipos de personas? Ubíquenlos mentalmente:

1. Los sabelotodo. Son aquellos que al enterarse de aquel malestar comienzan a diagnosticar, concluir y a recordar casos semejantes: "la prima de una amiga del trabajo comenzó a tener migrañas tan frecuentemente que se murió a los pocos meses; lo que pasa es que permanecía pegada al celular." "La señora del quinto piso vive con gripa todo el año; dicen que es por dormir con las ventanas abiertas"...


Conocen casos por montón, incluso dan hipótesis al respecto con tal seguridad que terminan convenciéndote de que tienen la razón. En el fondo no son malas personas, aunque tienden a tener un alto grado de negatividad dentro del mismo diagnóstico que pretenden acertar y en casi todos los casos que supuestamente conocen, han muerto o tuvieron consecuencias lamentables.


2. Los incrédulos. Con seguridad afirman que el enfermo exagera los síntomas. Para este grupo de personas, no es gripa, es alergia; no es migraña, es exceso de sueño; no son cólicos, es la edad.


Si los médicos ya diagnosticaron y tomas varios medicamentos, dicen que son intereses farmacéuticos, pero que no necesitas esa medicina para recuperarte. En realidad, son el grupo menos recomendado para acudir en caso de una enfermedad. Si una de las personas más cercanas a nosotros es de este segundo grupo, lo mejor es intentar no mostrarles importancia sobre lo que nos agobia, porque para ellos, todo será una total exageración.


3. Los valentones. Sus frases favoritas: "no te quejes", "pero no pareces enfermo", "si así eres a esta edad, cómo será a los 60". Al desconocer la enfermedad o el malestar, consideran que son simples quejas, que los dolores no son tan fuertes y que se exagera. Son muy similares a los incrédulos, y tienen otras frases favoritas, "¡yo he pasado por muchos dolores pero nunca me ven quejándome!", "ni que fuera un parto, ¡eso sí duele!".


Son personas que no entienden que el umbral del dolor, la reacción y la tolerancia a él, son diferentes para cada ser humano; pretenden mostrar una versión de fortaleza que en realidad no tienen, pero sienten que mostrarse fuertes, sanos y capaces de todo, es mejor que ser débil, aceptar que el cuerpo enferma y que existen limitaciones.


4. Los curanderos. No son médicos, de hecho, se mofan de una óptima salud y para todo tienen una razón lógica. Tienen el remedio perfecto para cada caso, algunos, de dudosa procedencia, pero le funcionó al vecino de la tía y de seguro te funcionará a ti.


A diferencia de los sabelotodo, son positivos y son capaces de ir por las hierbas (que en su mayoría funcionan), prepararlas y cerciorarse de que el malestar estomacal que te dio después de consumirlas, te haga una total limpia corporal. Se les abona la intención de aportar y ayudar a la mejoría, de hecho, muchos sacan sus remedios generacionales y los donan con desprendimiento; aún así, es mejor agradecerles y acudir a un verdadero médico.


5. Los egocéntricos. Sin mayor explicación, no los llames a contarles que te sientes mal. Todo gira al rededor de ellos, así que la conversación o el monólogo, puede ser algo similar a esto: "¿Tienes gripa? Yo recuerdo aquella vez que tuve una gripa tenaz, estuve hospitalizado, porque al final, no era gripa, era dengue, y es que eso del dengue es peligrosísimo. Hace dos años también tuve gripa y todos preocupados, lloraban, mi novio triste, casi pierdo el trabajo... bla, bla, bla..." Su único interés es hablar sobre algo que les pasó, ser el centro de la conversación, pero no hay un interés genuino por saber cómo te sientes y en qué pueden ayudar.


6. Los totales. Son tan escasos, tan únicos, tan contados que si tienes la suerte de tener uno solo a tu lado, cuídalo con todo el amor y devoción. Puede ser un amigo, tu pareja, tu mamá o tu hermana, pero si cada mañana lo primero que pregunta es, ¿cómo te sientes hoy? y durante el día está pendiente de lo que te sucede, ¡no lo alejes nunca! Está siempre a disposición, ayuda, sus palabras son sanadoras, transmite paz, es un ser que a pesar de sus propios problemas y dolencias, no deja de mostrar preocupación.


Su compañía e interes es real, no hay reproches ni dinero de por medio o favores por pagar. Es sensible ante tu dolor y jamás juzga que llores, te lamentes o tengas días malos. Parece salido de un cuento de hadas, de una película de ciencia ficción, pero en realidad existe; que estos seres sean tan escasos en el planeta, los hace aún más especiales.


¿Identificados?

Estas 6 categorías funcionan bien ante cualquier enfermedad. Al inicio mencioné una migraña, una gripa o un cólico menstrual, porque finalmente, todos tienen cierto conocimiento ante estas tres situaciones, y aunque sean hombres, saben que los cólicos son un tanto molestos para la mayoría de mujeres y cómo solemos comportarnos ante elllos. Sin embargo, con el lupus la cuestión es un poco diferente. En este caso, si no has convivido con el lupus, no puedes opinar; si no has tenido a un ser lo suficientemente cercano en el que tú fuiste el grupo 6 de la lista, no puedes opinar. Si es la primera vez que escuchas la palabra lupus, ni te atrevas a opinar.


Yo he lidiado con personas de todos los grupos. Con algunos aún tengo paciencia e intento entenderlos, con otros, simplemente decidí no tenerlos cerca; no me aportaban los suficiente y su presencia impedía el flujo de la energía positiva que intento que fluya en mi entorno.


Cuido a ese ser del grupo 6; le agradezco diariamente su presencia, su luz y su dedicación; porque nadie está obligado a estar con quien no quiere, menos en un proceso y en una situación tan dura como la de un paciente con lupus, con quien hoy puedes hacer planes pero mañana es probable que se deban desbaratar. Pero aquí está, en las buenas y en las malas, con su mejor actitud siempre, sin importar el deterioro o la belleza física o que tanta limitación tengas durante una salida. Está ahí, complaciendo tus gustos exóticos sin queja alguna, aprendiendo incluso de tus vivencias que de seguro, es un espejo de vida por el cual evitará pasar.


¡Ha sido una fortuna encontrarte!

¡Gracias, mi total!





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