Carga pesada
Actualizado: 11 oct 2022
¿No les ha pasado que sienten que los días pasan cada vez más rápido? ¿Que apenas estamos quitando los adornos de navidad y ya tenemos la Semana Santa encima? ¿Que llega junio y se está planeando halloween y que en agosto estamos nuevamente comprando adornos navideños?
Y así nos pasamos la vida. Adelantándonos a un futuro cercano que no nos permite disfrutar lo que estamos haciendo hoy. Pensando en la cuota bancaria de fin de mes cuando apenas hoy es el primer día de marzo; cuadrando números, sumando, restando deudas.
Hace unos días encontré unas de las frases de la obra La melancolía de los feos, del autor Mario Mendoza que decía, "como siempre, el paisaje está ahí, frente a nuestros ojos, pero uno se empeña en verse la suela de los zapatos". Nada más cierto, y si tienen la oportunidad, devórense ese libro porque les va a llegar al alma.
Cuántas veces desaproveché la visita de mis sobrinos, unas horas con mi familia, un viaje corto con ellos, sentarme en la sala a hablar con mi papá, simplemente por estar pegada al celular chateando con personas que en este momento, ni siquiera están en mi vida. Preocupada o echando chispas de la furia por situaciones que finalmente se pudieron resolver. Pero yo, ensimismada en el problema, planeando soluciones, maldiciendo y refunfuñando, me perdía el momento, ese instante irrepetible, único, que con el paso del tiempo son solo recuerdos, pero me los perdí.
Cuántas veces me fastidió el aparente desorden en mi apartamento cuando venía visita, la llamada de una amiga justo cuando estaba pensando en alguna estupidez con solución; cuántos cumpleaños sin asistir, cuántas personas importantes a las que hice a un lado, solo porque justo en ese momento, mi cabeza cuadriculada intentaba calcular cómo continuar controlando cada minuto de mi vida. Lo gracioso, es que nada salía como pensaba y que todo tuvo solución.
El tiempo hace que comiences a cargarte de momentos perdidos. Momentos que luego, cuando estás vacío, cuando aprendiste a soltar, deseas que lleguen.
La pregunta es, ¿habrá una nueva oportunidad para que se repitan?
Cuando me di cuenta, ya mi sobrino menor comenzaba a caminar, algunas amigas vivían en otras ciudades, mis papás tenían menos posibilidades de venir a verme con frecuencia; solo me ha quedado comenzar a cargarme de nuevo con lo que me nutre, pero sin pensar en mañana. Vivo el hoy, y si me preguntan, qué voy a hacer mañana, prefiero no hacer planes; nunca se sabe si algo los haga cambiar, pero hoy, este día, estas 24 horas, sí sé que haré porque soy la única responsable de lo que suceda.
Por eso, para no cargar tanto, intento expresar las palabras que antes me guardaba; me liberé del peso de la vanidad, eché a un lado los rencores pasados, desocupé mi vida de personas negativas y de objetos innecesarios que aún guardaba. Este peso es responsable de que el cuerpo duela, pero también ayuda a que la mente sane.
Así que, ¿por qué no hacer que el resto de este viaje al que llamamos vida, sea un poco más liviano, relajado y tranquilo? ¿No son más divertidos los viajes con poco equipaje? Hay menos riesgo a complicarnos con maletas; maletas que nos dificultan el paso, que hacen nuestro caminar más lento debido a su peso; maletas cargadas de cosas inútiles, que al final, ni siquiera necesitábamos.
Yo decidí viajar liviano. Solo espero que tú también tengas un muy feliz viaje.
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