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Decir NO sin remordimientos

Actualizado: 28 sept 2019

Así como tanscurren días en que literalmente estoy sola con mi perro entre libros, música y alguna película, la semana pasada tuve una serie de visitas y planes que activaron mi vida social. Ambas situaciones me agradan; me encanta mi compañía y el silencio de Motas, pero disfruto de una buena charla en la que pueda compartir algún interés en especial. Sin embargo, a una de estas invitaciones, decir no, me hizo sentir feliz.


Aunque fui yo quien de cierta forma armó el plan, cuando llegó la hora de hacerlo realidad, no sentí deseos de ver a una de las personas con las que me encontraría. Comencé a maquinar excusas creíbles, algo que me safara del momento, y de repente, decir que no me sentía bien, era tan posible que no hubo ningún cuestionamiento al respecto.


Luego de evitar aquella salida con éxito, comencé a cuestionarme con ahínco; ¿Por qué sentía rechazo hacia aquella persona? Se supone somos amigas, pero, ¿qué es lo que me hace sentir incómoda? ¿Hizo algo en mi contra? ¿Dijo algo ofensivo? ¿Cuál es el rencor?


Sin duda, algo pasaba, pero no encontraba respuesta.


Le conté la situación a mi mejor amigo, a mi cómplice de vida, un hombre tan sabio en palabras y tan coherente en sus actos, que cualquier cosa que me dijera, de seguro me haría entrar en razón y hallar una respuesta lógica. Y así fue. Sus palabras no pudieron ser más acertadas. Sencillamente me dijo, "no te sientas obligada, si no quieres ir, no vayas; si no te sientes cómoda, no lo hagas; es posible que ella te haya decepcionado."


Decepción. ¡Cuánta razón tenía! Cuando pienso en ella, vienen a mi mente imágenes de momentos en que la vi abiertamente fingir, mentir, aparentar y actuar para dar una imagen distorsionada de su realidad. ¿Siempre ha sido así? Si la conozco hace tanto...¿así es ella?


Probablemente. Pero cuando entras en un proceso de sanación, de real sanación mental y espiritual, salen a flote esas personas y logras ponerle palabras puntuales a esas cualidades o defectos que quizás antes pasabas por alto porque, "es que ella es así".


¿Me suma? Si sigo siendo su amiga, ¿me ayudará a ser mejor persona? Tristemente, ni siquiera siento que seamos amigas. Somos dos personas que se conocen hace mucho, pero que ya no tienen nada de qué hablar. No puedo negar que la aprecio, pero siento que debo tenerla a distancia; que pasamos momentos buenos pero que hoy no la necesito en mi vida.


Espero tener el valor necesario y decirle que me ha decepcionado. Que espero, aprenda pronto que de nada sirve vivir una vida de derroche, de vanidad, de compras innecesarias, de aparente lujo. Que yo vivía así, y endeudarme hasta el cuello no me hizo mejor persona. Nada más placentero que vivir ligero de equipaje, sin cargas emocionales...


No me siento mejor que ella, ni pretendo serlo; simplemente, decir no, fue lo mejor. Decir no, evitó que yo fingiera una sonrisa, que aparentara comodidad y tuviera que mentir sobre mi posible silencio en aquel encuentro. Decir no, evitó que por un instante fuese, lo que me decepcionó de ella.


Decir no, sin remordimientos, genera tranquilidad. ¡Inténtenlo con frecuencia!


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