Días de encierro
Actualizado: 18 mar 2020
Por lo general cuando se escuchan o se leen noticias relacionadas con pandemias y guerras, suele parecer que esto pasa lejos, al otro lado del océano, y que tenerlo tan cerca, incluso en tu ciudad, es poco probable. Lo mismo sucede con las enfermedades terminales, con un accidente de tránsito o con cualquier tragedia. Siempre sabemos de alguien que lo vivió, que sobrevivió para contarlo, que murió luego de luchar contra ello, pero, todo el panorama cambia cuando se vive en carne propia.
Este año no ha tenido un buen comienzo para nadie; ni para el medio ambiente, los animales ni los seres humanos; caos, hambre, desempleo, incendios, inundaciones, violencia... y todo indica que empeorará.
Hoy, el mundo teme por el coronavirus, que en los últimos días ha cobrado varios muertos que quedan solos, abandonados e incinerados sin derecho a tener una digna despedida de sus familiares. A pesar del temor, siento que cada vez que se anuncia un comunicado y se suma un muerto o un contagio más, es más el morbo de la gente por saber quién era, que la empatía, la solidaridad y el interés genuino en contribuir a que se detenga la epidemia.
Hoy, ya no es un rumor; está aquí, en mi país, en mi departamento y en mi ciudad. Como si las situaciones políticas, económicas, sociales y ambientales fuesen poco, se suma el coronavirus y la cuarentena comenzó oficialmente el 16 de marzo. Entre risas, memes, burlas y protestas de quienes aún no entienden la gravedad, todo un país se resguarda hoy, para evitar más contagios. Se suspendieron las clases, el teletrabajo y la dependencia tecnológica son una realidad, los tapabocas son escasos, saquean supermercados cual copia barata de lo visualizado en las noticias internacionales de la semana pasada y la información falsa se cuela en los grupos deWhatsApp y en las redes sociales, intensificando el pánico colectivo.
Para algunos, estar en casa, a salvo y con su familia, ha sido una cuestión difícil. Para ellos significa, encierro, y de seguro, lo es. Un aislamiento preventivo, en el que no se nos pide compartir más tiempo en casa, mantener cuidados de higiene básica y evitar la cercanía con otros fuera de ella. Hasta el momento, la medida abarca 15 días, pero dependiendo de la situación, podrían ser más.
Para quienes viven con sus hijos, hermanos, padres, abuelos, entre otros familiares, esta es la mejor oportunidad para permanecer juntos, de retomar aquellas charlas inconclusas debido a los horarios laborales; de jugar y estudiar desde casa, guiando las actividades escolares. Para mi... para mi es un día normal.
Los días de cuarentena son lo que tú quieres que sean. Un descanso, la oportunidad de trabajar desde casa y valorar lo que tienes, días de reflexión, mañanas para dormir un poco más; pueden significar menos congestión vehicular, un respiro para el planeta, días para releer aquellos libros olvidados, semana de maratón de películas en casa; quizás es una total molestia estar en casa tanto tiempo, aburrimiento, ansiedad por no poder ver esa persona tan seguido o fastidio por no poder salir el fin de semana, como usualmente lo haces.
Para mi, quedarme en casa es mi día a día. Desde aquí trabajo hace 4 años, aquí me ejercito, lloro, río, canto a todo pulmón las canciones de Queen, tengo insomnios, escribo, leo y he descubierto los mejores sitios web para comprar libros. Para mi, esta cuarentena llena de cuidado básicos de higiene, aislamiento, protección para los cambios climáticos y poco o nada de contacto con el prójimo, no es nada nuevo. Me guste o no, lo hago, por mi salud, porque cada día lucho por ganarle al Sr Lupus, aquel personaje que aunque no es un virus, sí amenaza mi organismo de forma sigilosa y contundente.
El control de las emociones es solo nuestro: el cómo te sientes, cómo reaccionas, cómo actúas y cómo convives con ciertas situaciones, está en tus manos. Puedes recordar esta cuarentena como la oportunidad para valorar la vida, tu trabajo y el planeta o simplemente marcarla como los días más perturbadores de tu existencia. La cuestión es, que en cualquiera de las dos valoraciones vas a estar presente, así que, te recomiendo quedarte con la primera. Es un simple consejo de alguien que ha tenido que cancelar planes, viajes, conciertos y visitas de forma inesperada y aún mantiene la esperanza ante una enfermedad crónica.
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