El contrincante
Llevo un par de semanas inmersa en "Leer es resistir" de Mario Mendoza, un libro que mediante historias de vida del autor, hace un recorrido por varias obras de diferentes géneros y cómo de alguna forma, influyeron y le marcaron desde niño; dentro de este libro, me encontré con un texto llamado El contrincante, en la que el autor cuenta cómo un amigo suyo afirmaba que dentro de él habitaba otra persona; ese otro, le enfermaban, dañaba sus planes e incluso los cancelaba; según él, para poder cumplir con sus compromisos debía actuar de inmediato: no podía planificar para el fin de semana, debía hacerlo ya; era la única forma en que este personaje dentro de él, no lo arruinara.
El autor describe en el relato que, prácticamente, este amigo vivía huyendo de sí mismo, se escondía y cada día buscaba la manera de disfrutarlo sin que el otro ser lo dañara.
Un buen día, murió de cáncer y el relato termina de esta forma:
Y entonces, desde muy adentro, sentí que no era una muerte, sino un crimen, un asesinato. Su contrincante se había salido con la suya y lo había matado. El otro, el merodeador, el opositor, el contendiente, había ganado la batalla y se había llevado a un hombre magnífico, a un tipo irreemplazable. Y lo peor era que no había cómo iniciar una investigación ni meter a ese sujeto en la cárcel.
Sentí que ese hombre definitivamente podía ser yo o alguno de los tantos pacientes diagnosticados con lupus. Yo, que convivo con el sr. Lupus desde hace 13 años, ellos, que conviven con ese otro ser, mariposa, lobo o cualquier nombre que le hayan dado.
Las veces que me he impuesto por encima de él y logro que el plan se realice, el día después es doloroso. En el 2019 realicé un viaje a distintos lugares de Estados Unidos, en pleno verano. Lo sé, fue un terrible error llevarme al sr. Lupus de paseo en plenas temperaturas por encima de los 35 grados centígrados. Desde el primer día se hizo notar. Quería que dejase de caminar, que tomara más líquido del que en realidad necesitaba y jugó vilmente con mis estados de ánimo.
Mis compañeras de viaje son eso, compañeras; nos vemos solo para planear paseos y pasarla bien primando ante cualquier situación el respeto. Sin embargo, este viaje no me llena de satisfacción del todo. Recorrí lugares nuevos e incluso llegué a las cataratas del Niágara, pero mi estabilidad emocional tambaleó tanto que por momentos, solo nos quedábamos en silencio. Ellas, con la poca empatía de la gente que no nos entiende, y yo, con la poca paciencia de explicarles que era en serio que no podía dar un paso más.
Al regreso, tuve una semana en la que se reunieron todas las emociones; en consecuencia, los dolores articulares y musculares fueron fuertes y en general mi cuerpo estaba rendido. Solo quería dormir y descansar, pero por instantes se me cruzaban esos momentos incómodos de parte y parte.
De alguna manera, el sr. Lupus quizo destruir cada día y yo, en silencio, luchaba cada segundo por ser fuerte y estar a la altura de ellas, que son personas aparentemente saludables. Quería ser capaz de cargar un morral sin que pesara, quería almorzar dos horas después de lo normal sin sentir malestar, quería ser graciosa aunque doliera la cabeza; quería que el viaje fuese perfecto.
Es una lucha en la que, a veces gana él y tengo que cancelar los planes, en otras, gano yo y es cuando nada me duele pero a la vez, suele ser la época más peligrosa. Me hace creer que ya no está, que se fue, que no existe, que no le interesa volver. Que se ha rendido y que me dejará continuar en paz. Con sutileza me invita a tomar algo de sol, a probar un trago de vodka... es una relación bastante peligrosa.
Este 2022 le llevo ventaja, aun asi algunas noches logra descontrolarme y despierto al otro día derrumbada, extrañando mi vida antes de él, imaginando todo lo que podría hacer si no dependiera de sus restricciones, incluso con ganas de dejar todo en sus manos. De nuevo la vil sutileza.
No es un secreto que por lo general un paciente con lupus termina su vida cuando alguno de los órganos de su sistema falla. No imagino cuál podría ser mi causa, pero siempre he sentido que moriré joven y él habrá ganado la batalla. Soy consciente de la lucha diaria y su objetivo: prolongar la fecha del día final, el definitivo.
Ese contrincante, como lo meciona Mario en la historia, sabe que aunque yo tenga desde hace unos meses una gran ventaja, cualquier pequeño descuido de mi parte le otorgará la victoria.
Te entiendo, no es fácil ser el payaso de la familia, uno se convierte hasta en actriz queriendo ocultar los dolores, la ansiedad, la tristeza, para más que todo tú familia piense que estás bien, sabiendo uno que todo anda mal.