Emociones...
Algo que me ha enseñado el lupus durante estos 11 años, es que las emociones son su talón de aquiles. Si hay estabilidad emocional, ganamos, pero si nos encontramos en medio de situaciones negativas, que lleguen a preocuparnos al extremo o que nos quiebren hasta el punto de comenzar a tener insomnio o mal humor, perdemos.
En este mano a mano diario contra el lupus, no todo depende de qué tan bien nos alimentemos, qué tantas vitaminas consumamos, con qué juicio nos tomemos los medicamentos y qué tanto ejercicio físico hagamos. Creo que a pesar de lo bueno que es mantener este equilibrio, las emociones determinan que esto sea un fiasco o una combinación exitosa. La cuestión es, qué tanta inteligencia emocional tenemos para lograr que nada del exterior afecte nuestra salud. Y con nada, me refiero al dinero, a la familia, a los líos laborales, las preocupaciones grandes y pequeñas del día a día, las palabras del otro, los actos del otro y el otro mismo.
Si cuento los brotes lúpicos importantes en mi vida, cada uno sucedió porque algo emocional estaba presente. Todos, muy diferentes, pero siempre algo emocional estaba ahí. Quienes no comprenden, tienden a pensar que han pasado porque no me alimentaba bien, o porque fallé en los medicamentos, sin embargo, algo tan puntual, como saber que mi mamá tuvo una recaída en su enfermedad cardiaca, pudo ser el detonante para la crisis que hoy vivo. Y no pretendo culparla a ella, porque soy responsable de mis emociones, de la forma en que las canalizo y la manera en que, entendiendo la relación lupus-emociones, debería manejarlas. No es sencillo, y sin exagerar, una simple mala noticia, podría cederle poder al Sr. Lupus.
Desde que estuve en la clínica, sola y alejada de la realidad del mundo comencé una estrecha relación espiritual que me permitió hallar ese equilibrio emocional que en una enfermedad como el lupus, es tan necesario. Se dio amigablemente; no me sentí obligada a hacer algo que me incomodara. Hoy, surge de forma más natural, la necesito a diario y esta conexión me ha permitido mantener mis emociones en un nivel en el que, a pesar de tener días en que no quiero pararme de la cama por algún malestar, no afecta mis emociones. No digo que sea esta la misma que cada quien necesita, pero definitivamente, ayuda.
Cada paciente es una historia.
Ayer conversaba con una mujer que tiene diagnóstico de lupus hace dos años; le hablé de las emociones y le comentaba lo importante que era estar bien de ánimo. La vida no siempre es sencilla para cada uno. Su país no atraviesa por el mejor momento hace años, su madre padece Alzheimer, su padre tiene glaucoma y está a poco de quedar ciego; su hermana es autista y su sueldo como maestra no es el mejor. Si a esto se le suman los dolores propios del lupus y el estrés del trabajo mal remunerado, mantener un equilibrio emocional es difícil.
Es fácil juzgar y dar consejos, pero cada paciente con lupus es un mundo propio. Por eso, algunos logran salir a flote y otros conllevan mayores dificultades durante su vida. La lucha es diaria y es con nuestra propia mente. Aprender a manejar todo lo que está al rededor, cada situación en las que somos de cierta manera responsables, lleva tiempo. Aunque son 11 años con lupus, solo hasta hace poco he logrado comprender muchas cosas, y es probable que para otros sea menor el tiempo, aún así, es un largo aprendizaje que si no se pone en práctica, no da resultados. No es algo que se aprende leyendo libros de autoayuda, o viendo videos de médicos especialistas; las situaciones diarias nos llevan a reaccionar y es ahí donde medimos qué tan fuertes emocionalmente somos.
Hoy paso por un buen momento en cuanto al control de mis emociones. No sé si siempre será así, o si alguna situación me desestabilice en un futuro. Sé que sí funciona, sé que aspectos debo evitar, comprendo la relación que existe entre mente y palabras y procuro que cada día la espiritualidad y la oración estén ahí.
Quisiera tener la solución para cada uno; quisiera poderles hacer entender que pueden lograrlo pero sé que cada quien es un mundo distinto y por lo tanto, es un proceso diferente.
No sé que tanto les ayude leerme o conversar conmigo de paciente a paciente; Tal vez mis experiencias, que no han sido fáciles, les motive a generar ese cambio de actitud que ayudará de forma notable en la enfermedad y se ahorren parte del camino duro. Porque el camino es largo, pero cada quien elige finalmente, cómo transitarlo.
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