Entre el amor y el odio
Actualizado: 8 abr 2019
Cuando el pastillero es un elemento más de viaje, una de las tantas cajitas dentro del cosmetiquero de una mujer y un artículo prescindible en el bolso, existen dos opciones: verlo como parte de una rutina o recordar la enfermedad cada vez que lo tenga en la mano. Todo en la vida se compone de decisiones. Yo también tuve que decidir.
Hace un rato revisando las noticias de facebook mientras llegaba la hora de almorzar, encontré una imagen que viene siendo la razón principal para sentarme a escribir hoy:
Quien la publicaba, era la administradora de aquel grupo dedicado al lupus, una mujer que al igual que yo, intenta crear conciencia y conocimiento de esta enfermedad invisible. Ella, desde su página en Facebook, yo, desde este blog.
Los Me gusta no se hicieron esperar; tampoco los emoticones con carita triste. ¡Claro! ¡Maldita prednisona! ¡Por tu culpa he subido 10 kilos que cada vez son más difíciles de bajar!
Al pobre Mario Bros le tocó ser la imagen de este mensaje; este cruel medicamento que produce tantos efectos secundarios, que bajan la autoestima y nos hacen odiar cada vez al lupus. Claro, maldita prednisona...
¡Error!
Yo vi la prednisona de este modo por mucho tiempo; cada vez que el reumatólogo la recetaba, le hacía gestos y amenacé con dejarla de tomar porque mi cara redonda, mis cachetes, el vello que comienza a salir desproporcionadamente por el cuerpo, la joroba de camello.... ¡todas esas malditas malformaciones eran culpa de la prednisona! ¡solo ella! ¡Lo peor que existe en la vida!
¡Error! ¡Nuevamente error!
Piénsenlo por un momento. ¿La culpa es de la prednisona? Bueno, quizá no, pero sí es culpa del lupus. Y si el lupus es el culpable, ¿por que apareció? ...¡Ah, eso fue por una situación muy fuerte que se presentó y bla, bla, bla... Bien, y esa situación fuerte, ¿quién fue el que no la supo manejar? .... YO.
Entonces, ¿es la prednisona la culpable del sobrepeso, los calores nocturnos, los cambios de humor, la cara redonda y todo lo demás? ... Creo que ya no hay necesidad de responder...
Este tipo de imágenes en vez de fortalecer y dar ánimos, incita a seguir quejándose; que encuentren en qué justificar la enfermedad y su posible deterioro. Me molestó tanto y sentí cierta lástima, que ni siquiera gasté mi tiempo respondiendo a ese mensaje. Me siento más cómoda aquí.
Esto me llevó a pensar, que mientras uno vaya por la vida, renegando de una "maldita enfermedad" o maldiciendo "el día en que todo comenzó", lamentablemente ese padecimiento estará allí vivo y activo por más tiempo del deseado. El lupus, por ejemplo, es una de esas enfermedades que terminarán el mismo día de mi muerte. Pero de mí depende, que él sea el causante del fin de mis días.
Entonces, lo más sano es entender que soy YO quien con mis actos y pensamientos, en algún momento permití que fuera parte de mi vida; que eso desencadenó una enfermedad crónica llamada lupus, y que la prednisona, es parte del tratamiento para aliviar la inflamación. Que tiene varios efectos secundarios y que para una mujer, mirarse al espejo y verse 10 kilos más en menos de dos meses no es fácil, pero que así como un día fui responsable de su aparición, YO soy responsable de que se inactive.
Mientras odié la prednisona, mi lupus estuvo cada vez peor; al tomarla sentía su amargura en la punta de mi lengua y en el espejo veía solo lo peor de mi. Hoy, cada vez que tengo media pastilla en mi mano, insignificantes 2 mg, sonrío. A veces le digo en tono desafiante, que pronto será 1 mg. Me miro al espejo, y he vuelto a ver mis ojos grandes, con una cara no tan redondeada, que ha podido bajar un par de kilos ya; que solo recuerda los efectos secundarios como parte del proceso.
¿Y acaso, quién dijo que sería fácil?
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