Errores que cuestan
Actualizado: 30 may 2021
Preguntas serias para quienes no tienen ningún diagnostico crónico: ¿cada cuánto van al médico? De todas los médicos especialistas ¿a cuántos visitan al menos, una vez al año? ¿A cuál no irían nunca, sencillamente porque no lo consideran tan necesario?

Probablemente, sin ningún diagnóstico crónico o de enfermedad degenerativa, la mayoría acuda al médico una vez al año; ¿para qué perder tiempo y dinero por un simple dolor de cabeza? ¿Un dolor de espalda? ¿migraña? ¿sobrepeso? Eso es puro estrés... ¿verdad?
Es frecuente creernos médicos. Con una aromática, una pastilla para el dolor o un masaje en la sien, se pasa ese tan mencionado estrés. Tener mentalidad tan conspirativa como para creer que los médicos solo quieren matarnos o que nos mantienen medicados para tener trabajo, es llegar bastante bajo. Lo menciono, porque conozco personas que piensan así. Otras, sencillamente no van por descuido propio. Y así, por cualquier razón, se pasan años viviendo con el bendito dolor de espalda, ese que de seguro apareció por malas posturas, con el insomnio, que fijo es producto de ver películas hasta tarde, y las piernas elevadas hacia la pared cada noche, por culpa de unos incómodos zapatos.
Mucho antes de mi diagnóstico de lupus, yo sufría de dolores de cabeza, el cabello se caía, tenía momentos de tristeza inexplicables y sentía sueño casi todo el día. Por ese descuido que caracteriza a los hombres y mujeres "sanos", yo tampoco acudía al médico. Mis razones: no tengo tiempo, llego cansada del trabajo, la cita se demora una eternidad en ser asignada, y la más frecuente, seguro que es estrés.
Llegué a pensar que era una mujer joven, pero llena de pereza, de mal genio, con cabello horrible gracias a los genes paternos y con problemas de tiroides. Porque en eso quedó todo. ¡Claro! El hipotiroidismo me hace sentir así. Esa fue la conclusión de un médico general, pero ¿por qué nunca acudimos a un especialista?
Según los servicios de salud que cada quien tenga, la posibilidad de estas citas se reduce. ¿Ir a un neurólogo por un dolor de cabeza? A menos que estés en estado crítico, tal vez tengas suerte. Pero en mi caso, esa no era la excusa, sino aquel pensamiento de, "soy joven y uno se enferma después de los 60".
El gran imitador.
Cuando de confundir se trata, el lupus es un campeón. Jamás se deja al descubierto con facilidad y evita que incluso los expertos noten su presencia. Imita con destreza y puede permanecer oculto por años. Finalmente, un día muestra su rostro, pero ya el organismo lleva un buen tiempo deteriorándose. Quizá se puedan sanar algunas grietas pero, entre más tiempo, más difícil.
Pasé de no acudir al médico, a tener una larga lista de especialidades a mi alrededor; de tener distintos médicos generales a tener uno que me autoriza con los demás, de llevar registro año por año de mi salud y con el que me veo aproximadamente cada dos meses. Pasé de no ir al médico, a visitar diversos centros especializados de la ciudad.
Reumatólogo, médico internista, dermatóloga, hematóloga, neurólogo,
fisiatra, ginecólogo, oftalmólogo, nefrólogo y psiquiatra.
Pasé de no sacar citas médicas a ser paciente activa y frecuente de diez especialidades, a gastar varias horas al mes en diferentes consultorios tratando cada órgano que el lupus ha afectado o que aún intenta maltratar.
Pasé de ser aquella persona que evitaba los médicos a una que lleva un programador lleno de citas y de exámenes de laboratorio. Hoy, me preocupo si no responde la secretaria, si la llamada se corta, si la consulta demora en programarse. Hoy, cuatro carpetas llenas de papelería médica son mi mayor tesoro, porque de ellas depende cualquiér decisión cuando aparecen las recaídas.
Antes del lupus, hubiese respondido con firmeza que ni por el carajo iría a un psiquiatra, que eso era para los locos y que yo estaba muy bien. Antes del lupus, la visita al ginecólogo era cada dos años, jamás visité un oftalmólogo y ni siquiera sabía qué era un nefrólogo o una hematóloga.
Tuve que enfermar, para entender que cada órgano requiere un cuidado especial. Que un aparente dolor de cabeza no siempre es cansancio; que los estados de ánimo cambiantes no son causados por las hormonas; que los dolores musculares no siempre ocurren por tanto trabajo; que los eritemas no siempre son picaduras de algún insecto y que los moretones en las piernas no son causados por un golpe. Que cada órgano requiere atención detallada y que lastimosamente, no todos tienen acceso a este privilegio.
En un instante, nos damos cuenta de las terribles equivocaciones. Pretendemos cuestionar nuestro propio organismo con la experticia de quien ha estudiado años. Pasamos de generación en generación curas temporales, acatamos al pie de la letra consejos del vecino y del primo del amigo sin tener en cuenta los conceptos de los profesionales. Errores que nos pueden costar la vida y en los que preferimos gastar la vida pensando que una enfermedad llegará solo en la vejez y que la juventud es casi eterna.
Aún hay tiempo de revisar las respuestas y hacerles un pequeño ajuste.
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