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Foto del escritorSandrillaP

Lo que logran las decisiones.

Hace ya un par de meses que estoy leyendo un libro llamado Curación a través de un curso de milagros, escrito por el dr. Enric Corbera. En realidad, si hace unos años me lo hubieran recomendado, hubiese reído irónicamente, pues no era el tipo de lectura que solía tener en mis manos. Es un libro que se enfoca en la bioneuroemoción, cómo el cuerpo responde a lo que tenemos en la mente y de ahí el origen de las enfermedades que para muchos, que no logran entender por qué sucedió, mueren atrapados en ella.


La cuestión aquí, no es haber descubierto este libro, sino haber decidido leerlo con tanta minucia, aplicarlo, compartirlo e incluso ponerlo en práctica; en ocasiones como esta, lo recomiendo, porque gracias a esa sencilla decisión, el lupus tomó otro sentido.


La vida está llena de decisiones; no hay nada que suceda por azar. Conozco personas que se quejan de su mala suerte, que jamás encuentran un trabajo pago digno a su nivel de estudios, que expresan haber "metido las patas" y por eso fueron víctimas de un embarazo no deseado; que declaran que están enfermas, "porque así lo quiso Dios"; que cargan pesos estrepitosamente grandes durante toda su vida, "porque esa es la cruz me tocó". ¡Qué gran mentira nos decimos para justificar las malas decisiones!


El día en que esas personas a nuestro alrededor, que se quejan tanto, acepten que todo ha sucedido por sus propias decisiones, el peso sobre su espalda será cada vez más liviano y seguramente, sus vidas serán más plenas.


Volvamos al mismo ejemplo de esas personas que yo conozco:


No es mala suerte, ha sido el tiempo en que has durado comparándote con el otro, la poca fe y confianza en que todo es temporal y que los tiempos malos no son para siempre.


No es un trabajo mal pago, pregúntate si la carrera que escogiste es bien remunerada en este país, si en esta ciudad requieren de un perfil como el tuyo o si es que el ego te impide ver ese trabajo como una oportunidad para ayudar al otro, no por dinero sino para tomar experiencia, conocer gente nueva y avanzar a nivel profesional.


¡No metiste las patas! Cuando decidiste acostarte con aquel hombre o mujer sin protegerte, ¿qué esperabas que pudiera suceder? No estuviste de malas esa noche, solo decidiste estar con una persona igual de irresponsable a ti, y por eso hoy, llevas a cuestas un hijo quizá sin figura paterna, a quien intentas inculcarle que tú eres una madre luchadora que ha aguantado hambre y cientos de situaciones por sacarlo adelante. Por tu decisión de hace unos años, hoy tienes un hijo con el que te victimizas. Aún estás a tiempo de aceptar, sanar y descargar maletas.


Dios no te envió una enfermedad; no te tocó ser la víctima de la familia, al que todos miran con lástima, aquel por quien murmuran en una reunión familiar, "pobrecito". No sé quien te dijo que tenemos un Dios vengativo, y te lo dice hoy, alguien que se burlaba abiertamente de cualquier tema teológico y espiritual. Recuerda qué vida llevabas, qué pensabas, qué comías, de quién te rodeabas, qué palabras decías: tu cuerpo solo reflejó todo lo que mente y corazón guardó por años, porque así lo decidiste. Qué tal si decides pensar diferente, comer saludable, tener relaciones sanas, hablar positivamente. ¡Sencillo! Cuando eso sucede, entendemos para qué mi cuerpo enfermó. Cuando eso sucede, notamos cómo de repente, también comenzamos a mejorar; y cuando mejoramos en salud, nos enfrentamos a dos nuevas decisiones: continúo con esta nueva vida o vuelvo a lo que me estaba enfermando.


Yo ya decidí...




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