Morir y renacer.
Actualizado: 11 oct 2022
Todos hemos perdido o nos hemos roto un poco durante este 2020. Para cada uno se ha visto representado de forma distinta: quiebra económica, muerte de un ser querido, pérdida laboral, reducción de su salario, enfermedad, ruptura amorosa.. y así, para cada quien, este bisiesto recordado además por la pandemia, ha sido el punto de partida para iniciar nuevos ciclos, cerrar otros, replantear la vida, convertir la paciencia en su aliado y entender qué es lo verdaderamente importante y necesario.
En mi caso, de manera repentina surgió el Señor Lupus con sus ocurrencias. Fue inesperado. Confieso, no lo vi venir. Lo que en primer momento me pareció horrible, injusto y me destrozó en llanto, luego fue tomando forma; porque definitivamente, nada pasa solo porque si.
Soledad.
¿Que no puedes recibir visitas?... ¿Que nadie puede acompañarte durante las noches?... ¿Que vas a estar en un hospital días enteros, sola?... ¡Si eso me pasa a mi, ya estuviera llorando! ...
Soy tan buena compañía, que permanecer sola tantos días, fue lo de menos. De hecho, en la soledad surgen grandes momentos, ideas y se logran unas fantásticas conversaciones con esa dulce vocecita que siempre me acompaña. Pero cuando algunas personas cercanas a mi se enteraron de mi condición de "aislamiento" debido al distanciamiento social que aún persiste, lo vieron como una tragedia. ¿Tan malo es estar solo?
De pensar que sería una pesadilla completa, pasé al alivio; del miedo, incertidumbre y ansiedad, pasé a la calma. De la culpa, a la tranquilidad. De alguna manera, en medio de la supuesta soledad, todo se transformaba. Sí, definitivamente nadie quiere estar en un hospital, ni sentir dolor, ni saber que algo está mal en su cuerpo. Pero una cosa sí era cierta: esto tenía un lado bueno, y en eso me iba a concentrar; en lo malo, estaba el lupus, él y sus formas de aparecer, pero ignorarlo le quitaría poder. Es tan obvio, que siempre que batallamos lo hace. Llama la atención y espera que le dé paso a sus patrañas. Entonces, la opción era simple: ya que él estaba rondando e intentando ganar, debía ser más inteligente que él; no llorar, no preocuparme. Concentrarme en sanar a pesar de cualquier diagnóstico.
Y se descubren aliados.
El primer paso estaba dado: mi buena actitud, atención solo a lo positivo y ganas de vencer nuevamente. A esto, de manera natural, se sumaron personas a las cuales les agradeceré haber permanecido allí, desde la distancia, desde una videollamada, desde un mensaje diario, desde la oración y desde el servicio.
Aparecieron los amigos reales, pero también los curiosos; es una experiencia interesante. La familia y los familiares son de nuevo uno solo y todo se concentra, desde su creencia personal, en Dios. Se sienten vibraciones altas al punto en que, no podía quedarme en esperar sus oraciones, yo también debía estar ahí, presente, creando esa armonía y conexión única que es capaz de unir corazones, por más distantes que se encontraran. Y a partir de esta fuerza espiritual que se fue creando, cada vez fue menos presente el miedo a morir que alcancé a sentir el día que salí de casa con mi maleta. ¿Miedo? ¿A qué? ¿A morir?
RIP
Solo moriría una vez más. Moría de nuevo la vanidad y le daba la bienvenida a los efectos secundarios temporales. Morían hábitos poco saludables. Moría una vida de pobre za espiritual. Moría. ¡Era necesario volver a morir!. Pero el temor que nos han inculcado sobre la muerte nos impide ver que después de ella, el reinicio es necesario. Así que, dejé morir lo que debía morir. Porque por cada muerte, algo más renace.
Renacer.
Volvió mi fe, mi tranquilidad, mi fuerza interna, mi valentía. Quizá nunca se había ido, pero estaban en un letargo suspendido que impedía verlas día a día. Renacía mi conexión con Dios y con las emociones. Es increíble cómo pueden pasar meses enteros y dejarse a un lado los amigos, perder el interés por sus asuntos, dejar de expresar sentimientos, solo porque se supone, cada cual sabe qué le corresponde. Pues bien, me alegra que dentro de este renacer, esto esté hoy, más vivo que nunca. Es un reto que permanezcan, pero he ahí la lucha diaria. Renací, y eso es lo importante.
Todo pasará, de nuevo. Y apenas vamos en la primera escala del viaje.
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