Psicoterapia innecesaria
En un par de horas tengo la cita mensual con mi psiquiatra. Hace ya un buen tiempo que acudo a sesiones de psicoterapia, en las que siento que es posible con cierta inteligencia continuar reteniendo información incómoda que no quiero que salga a la luz, pero que de cierto modo me han permitido tener un diagnóstico relacionado con mi comportamiento, temores, emociones y miedos durante toda mi vida. Hoy, en realidad no sé que decirle; todo está bien en apariencia. ¿Lo está?
Luego de regresar de un viaje cargado de emociones, en su mayoría positivas, no sé en qué podría ayudar la sesión de hoy. Culpar a otros de ciertas molestias, ya no funciona, más cuando sé que el problema siempre está en uno mismo. Pero se supone que el lupus en cualquier momento hace sus locuras a nivel mental, y mantener estas sesiones, evitarán desastres. Cuando comencé a tenerlas con cierta frecuencia, me encontraba emocionalmente mal; mirarme al espejo, ver la secuelas del lupus, la fatiga constante, tristeza sin razón, insomnio, dolor repentino, entre otras, eran la constante del día. Desde que despertaba, daba vueltas para evitar mirarme al espejo y en muchas ocasiones pensé en dejarme llevar por la enfermedad.
Que hoy me sienta con ánimo, optimista, sin dolor, planeando un próximo viaje; que me levante satisfecha por mantener un descanso tranquilo cada noche, que sienta deseos de salir, de socializar, de leer, de tomarme fotos sin necesidad de filtros... ¡eso es vida!
Si bien las sesiones de psicoterapia han ayudado, la medicina ha hecho otra parte pero la gran responsabilidad ha sido mía. Por ahora, seguiré asistiendo, manteniendo una charla breve con mi psiquiatra y acatando cualquier consejo médico de su parte. No sé que tan necesaria sea la sesión de hoy, sin embargo ahí estaré.
La mente es un universo complicado, y la mía ha tenido sus altibajos; innecesarias o no, hay que aprovecharlas.
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