Riesgo = juicio
Actualizado: 22 ago 2021
Hace unos días alguien muy cercano me contó una gran alegría. Su dicha me emocionó, pero lo primero que se vino a mi mente es que es posible que cuando otros cercanos a ella se enteren, la van a juzgar. Sí, un juicio, porque para todo se tiene un señalamiento, ya sea porque está muy bueno para ser cierto o muy malo para ser un ejemplo.
Hace unos años, una de mis más grandes amigas decidió convivir y formar un hogar con uno de sus ex novios de la adolescencia. Sí, de aquellos que nunca se olvidan. Ambos estaban separados y pese a posibles juicios de lado y lado, hoy llevan un par de años construyendo y esquivando juntos los problemas típicos que suele causar una ex mujer resentida.
Hace 6 años conocí a alguien en una cita muy arriesgada. Nos vimos ese día por primera vez y tal vez haberle preguntado a mi mamá o a mi hermana si debía conocerlo, hubiese sido un no rotundo acompañado de todas las posibles maneras de morir que muestran las noticias. Decidí hacerlo "a escondidas", sabiendo que me juzgarían por esa hazaña y por el hecho de que es doce años menor que yo. Confesarles su edad fue cuestión de meses porque sabía que de "asalta cunas" e inmadura, no me bajarían; no solo ellas, sino la sociedad completa. A menos que seas Shakira, la diferencia de edad siempre será un escándalo.
Riesgo = juicio
Cada vez que se decide tomar un riesgo, viene un juicio. Si un joven decide dedicarse a la música, le juzgan hasta hacerlo sentir incapaz; si un pariente decide montar su propio negocio, las habladurías en la familia van y vienen pronosticando su declive. Si alguien decide no tener hijos, como en mi caso, se tacha de insensible y egoista; si gastas el dinero en viajes y no tienes carro ni apartamento a los 30 años, es porque no estás pensando en la vejez; si tienes 50 años y aún escuchas rock, es porque no maduraste. Un día decidí dejar de comer carnes rojas porque vi la realidad de los mataderos y me tildaron de ridícula por quebrantar la cadena alimenticia. Si rescatas perros en abandono, deberías gastar ese tiempo en ayudar a los niños desprotegidos.
Demasiados ejemplos, y los que falta.
Cada vez que se toma un riesgo, viene un juicio. Siempre estará ahí un dedo señalando e indicando si es lo correcto o no. ¿Lo correcto para quién? Por supuesto, es totalmente cierto que al arriesgarnos nos exponemos a fracasar en el intento, pero algún día una enfermedad degenerativa, un cáncer, covid-19, un Sr. Lupus o cualquiera de sus parientes autoinmunes frenará cualquier intento de riesgo o limitarán su duración. Muchos morirán sin arriesgarse porque prefieren un lugar seguro, aburrido, monótono, ahorrar mucho dinero y no invertir para evitar perder. Y adivinen: eso, tampoco evitará un juicio.
Cuando esa persona tan cercana a mi me llamó esa noche a contarme que el día anterior el extranjero con quien chateaba en línea desde diciembre había llegado a la ciudad a conocerla e incluso le propuso matrimonio, en realidad me alegró mucho. Ahora, su decisión tiene un riesgo y seguramente muchos juicios. Mi mente abierta que entre otras cosas, conoce el mundo de las relaciones en línea, no la juzgó. Por un lado, me alegra que no desee terminar sus días solas, pero le aconsejé seguirlo conociendo y estar atenta a cualquier señal. Es arriesgado. Puede que salga bien o mal. Sin riesgos, jamás se sabrá. ¡Y que vengan los juicios!
Cuando mi amiga me contó que esa persona con quien vivía ahora fue su ex novio de adolescente, un amor que a través de los años siempre coincidía, me pareció una historia de telenovela, con la villana obesa y malvada y la hijastra manipuladora como roles infaltables. Ella sabe que ha hecho bien, sin embargo aún le advierto que ante todo su tranquilidad. ¡Y que vengan los juicios!
Cuando conocí aquel muchacho pensé que sería la simple salida de un domingo cualquiera. Coincidencialmente terminamos viviendo a solo unas cuadras y resultó siendo más maduro que yo. Se nos olvida por completo quién es mayor, porque soy una niña chiquita la mayoría del tiempo. Resultó ser quien me aterrizó financieramente y ha estado ahí en esos momentos en que el Sr. Lupus quiere apoderarse de mi. Conoce mis miedos, mis gustos, mis fanatismos, entiende los altos y bajos de mi diagnóstico y aún en pandemia y con las distancias obligatorias, ahí está, siempre conmigo.
Ojalá el mundo juzgara menos y se arriesgara más. Quien juzga lo hace desde sus miedos y puede quebrar un riesgo que posiblemente, valdría la pena.
Sandrita, quien critica o juzga no lo hace desde sus propios miedos, es el "ego" que entra en el ruedo, ahora que terminé la certificación de Neuroeducadora, hablamos de ello, y resulta que lo se critica es por una sencilla razón, en algún momento de su existencia lo vive o lo vivió. Freud al respecto dice: "El ego trasciende de uno mismo para convertirse en un sistema de funciones psíquicas de defensa".