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Vivir con miedo

Cada vez que se aproxima un nuevo examen intento estar positiva; pienso que es un requisito más para comprobar que cierto órgano o sistema está bien; recuerdo que el tiempo me ha enseñado que los controles médicos son necesarios y reafirmo que descubrir cualquier anormalidad a tiempo, da un alivio a los días venideros. Sin embargo, los resultados no siempre son como se esperan.


Junio ha sido un mes de nuevos exámenes, de aquellos que asustan porque, de alguna manera sé que la intención de los médicos es descartar cualquier anomalía o confirmar que el lupus, de nuevo con su sigilo característico, ha llegado a otra parte de mi cuerpo. Por un lado, aplacé durante cinco meses una resonancia magnética, por el simple hecho de sufrir claustrofobia; finalmente todo salió bien. ¿Era claustrofobia o miedo a conocer el resultado? ¿Claustrofobia o pánico a enfrentarme a nuevas medicinas, controles médicos y diagnósticos poco favorables?


Ayer tuve otros dos exámenes. Mi médico internista, un hombre en el que confío totalmente, es bueno escarbando y encontrando. Durante cada hospitalización, ha estado a mi lado despertándome a las 5:30 de la mañana para revisar mi estado y a veces, para darme buenas noticias. Fue él, quien luego de ver mis últimos exámenes de laboratorios con una respuesta alentadora, -que de inmediato me impulsó a imaginarme en un avión recorriendo el mundo- decidió que era buen momento para revisar mi corazón, un órgano tan importante como los demás, pero que se había dejado a un lado. El lupus abarca tanta atención, que logra distraer a todo un equipo de médicos.


En su afán de confirmar que los resultados de laboratorio eran tan maravillosos como se veían, me envió ecocardiograma bidimensional Doppler y electrocardiograma. Era hora de revisar este bello corazón.


Hoy, me encuentro gestionando una orden médica para comenzar citas con un cardiólogo. El resultado no fue del todo bueno y debo comenzar a visitar un nuevo consultorio, tal vez nuevas medicinas, nuevos cuidados, nuevos exámenes... ¡demasiadas novedades!


Por miedo a los resultados, muchos dejan a un lado su salud.

El que busca, encuentra, me dijo ayer una amiga, y es totalmente cierto. Es posible que se halle aquello a lo que tanto se teme o es probable que se sepa que se goza de buena salud. Aunque también es cierto que, quien le teme a que los médicos escarben incluso en órganos que parecen estar bien, es porque en el fondo saben que no han sido bondadosos con su cuerpo. Que lo han maltratado emocionalmente, o que lo han contaminado con vicios o comidas inadecuadas; quizá no han sido empáticos ante la enfermedad de su prójimo y verse limitados en un futuro es un peso con el cual no desean cargar. Lo más sencillo es, evitar cualquier estúpido examen. De algo hay que morirse, dijo una vez alguien que conozco, y sí, es cierto, pero si en nuestras manos está posponer esa fecha que finalmente llegará, ¿por qué no hacerlo?


Dejar todo por el miedo, cuesta. Las malas noticias llegarán hoy, mañana o cuando sea demasiado tarde. Igual sucede con las buenas. Ahí estarán. Negarlas, ocultarlas, cegarse ante ellas, evitarlas porque de algo hay que morir y el que busca encuentra, son dos dichos ridículos inventados y repetidos por aquellos que temen a la verdad.


Vivir con miedo o vivir aceptando la realidad. Decisiones que cada quien toma.









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