¡Viajamos juntos y la pasó muy mal!
Actualizado: 28 sept 2019
Luego de más de 2 años de espera, viajar era necesario. No es el destino soñado ni el clima que más me gusta, sin embargo, más que el lugar, esta vez lo importante era darme cuenta qué tanto el sr. Lupus lo disfrutaría. ¡Se aburrió demasiado!
Normalmente la playa no me emociona como al resto de la humanidad, así que aunque sabía que debía llevar cierto tipo de ropa, mucho bloqueador, lentes oscuros y beber agua a niveles superiores, mi preocupación días antes se centraba en cómo me sentiría.
Si alguno lee esto y aún no entiende qué es el lupus, muy probablemente pensará, "todo está en su cabeza", y aunque en gran parte la mente controla emociones y situaciones, ciertas cosas suelen salirse de nuestras manos. El clima, por ejemplo, nos juega en contra o a favor; para algunos pacientes con lupus, el frío es el responsable de un entumecimiento indescriptible, para otros, el calor aumenta la inflamación. En mi caso, ninguno en exceso es soportable.
Me preocupaba un poco el sol y aunque sabía que no iría en plan bronceo bajo una sombrilla que finalmente deja penetrar parte de sus rayos, lo evité en especial, en las horas en que es más fuerte. Un buen libro fue mi compañía, y sabía que por momentos debería estar apartada del grupo porque su intención sí era el mar, la piscina y disfrutar el sol.
Así que, lo primero que tuve en cuenta, fue aceptar mis limitaciones.
Puedo pasarla bien pero siempre será mejor evitar algunas situaciones.
El licor fue tan moderado que les puedo decir, que sí es posible disfrutar sin su ayuda. Si lo necesitas para deshinibirte, te estás perdiendo de tí mismo; asómbrate de lo que puedes llegar a hacer sin un trago.
Apartarse por ciertos moment0s de las personas con que viajas, te ayuda a admirar el paisaje. Extraño los atardeceres en que cientos de aves volaban y hacían un bullicio que jamás olvidaré.
Al Lupus le encanta la amargura. Me reí a carcajadas, aplaudí y me gocé los shows nocturnos. Si el lupus esperaba mandarme a dormir con las aves, se llevó una gran decepción.
El calor me deshidrataba con gran facilidad y un día en especial, estuve un poco indispuesta con dolores de cabeza. Solución: hielo, agua, descanso, un café, una siesta. Aparte de eso, cero dolores, lo importante es saber cómo calmarlos.
Evité el sol y el clima después de medio día y hasta las 4:00 de la tarde. Lo tomé como mi tiempo de descanso, aprovechaba el aire acondicionado de la habitación y salía como nueva.
Para mi próximo viaje tendré de nuevo en cuenta mis limitaciones. Es probable que en un momento del día, deba parar; si quieres viajar conmigo, debes saber que aunque intento siempre tener mi mejor actitud, que me encanta caminar, conocer, tomar fotos y que el papel de enferma no me interesa en lo absoluto, cuando no puedo, no puedo, cuando duele, duele y cuando debo comer, como.
Este es el inicio de grandes viajes.
Lupus, si estás interesado en viajar conmigo, solo duerme, porque el resto corre por mi cuenta.
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