Víctima: el peor papel de la vida
Como en ocasiones anteriores, hoy escribo para sanar. Aunque desearía que escribiendo se pudiese también sanar la mente de todas aquellas personas que están pasando por una enfermedad y que siguen creyendo y afirmando que esto fue enviado directamente desde los cielos por un Dios vengativo, porque se lo merecían.
Desde hace varios años, hago parte de diversos grupos relacionados con enfermedades autoinmunes como la fibromialgia, la psoriasis y el lupus. Diariamente esos grupos, que en su mayoría son de apoyo, publican datos médicos interesantes; sin embargo, es muy frecuente leer a otros miembros que al igual que yo, tienen diagnóstico de alguna enfermedad crónica, compartir sus experiencias, hacer preguntas y subir fotos sobre lo difícil que ha sido llevar una vida "normal" desde que hace X años, recibieron esta noticia. Cada quien hace su catarsis de forma diferente, pero entre catarsis y queja, hay una gran diferencia.
Ayer leía algunos comentarios en uno de ellos, y me encontré con la imagen de un brazo canalizado, descolgado en la camilla de un hospital; deduzco que esta mujer estaba en plena crisis lúpica, así que, quizás eso que corría por sus venas era suero, morfina o algún medicamento que desconozco. La imagen venía acompañada de un mensaje corto y conciso: "Odio esta maldita enfermedad".
Comencé a leer los comentarios. Me entró una gran curiosidad por saber, qué efecto tenía la imagen y su breve leyenda en otros, en su mayoría mujeres, que viven con lupus y que muy seguramente han pasado por más de una hospitalización desde su diagnóstico. No menos de 15 comentarios expresaban que también lo odiaban, que el lupus había arruinado sus vidas y que apoyaban tal afirmación. Solo un par de ellas daban ánimo y acudían a bendiciones y deseos de pronta recuperación.
Yo también necesitaba expresarme, así que le dije en pocas palabras lo que he aprendido durante mi segunda crisis lúpica sucedida en el 2018: si odias al lupus, te odias a ti misma. Hazte amigo de tu enemigo y tu vida será mejor.
La respuesta de aquella mujer, es entendible. Tiene aún tanto rencor, odio, cuestiones que solo ella sabrá y que no han sanado en mente y corazón, que le pareció un comentario bonito pero ilógico. "¿Amar al lupus? ¿Mientras la morfina me hace sentir discapacitada? ¡Pero si el lupus se llevó mi vida!....."
No quise seguir la charla. Aún no está lista para sanar, ¡o no desea hacerlo!
No crean que esto es mágico. Que un día desperté y dije, "Oh, ¡cuán bello es el lupus!".
Lo que sí tenía claro, es que el papel de víctima, el de la mujer enferma que genera lástima, que respira pero su vida está terminada, no era para mi. Busqué ayuda en la oración, en mi hermana, en mis padres, en las pocas personas que merecen estar conmigo porque le aportan vida, en la lectura, en la escritura, en suplementos con estudios reales comprobados, en los médicos, en el ejercicio diario y en la música.
¿Victima? No, señores, ese papel no es para mí. Y ojala por cada palabra que escribo y con la que sano un poquito más, una persona en el mundo decidiera hacerlo también. Porque actuar como víctima es el peor papel de la vida, y eso sí me molesta, ¡y mucho!
Cuando la mente se sana, el cuerpo la sigue.
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