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¿Y cómo va el año?

Actualizado: 12 feb 2019


Normalmente no suelo hacer análisis de cada mes, sin embargo, estos 31 primeros días traían expectativas desde el año pasado porque de la forma en que comenzara enero, sería el tipo de planes que podría hacer.


El mismo fin de año fue especial y sé que para muchos en mi familia, parte de sus deseos tuvo que ver con mi salud. Los entiendo perfectamente y de hecho, siento que he estado muy atenta a toda indicación médica a tal punto que cada vez conozco más al lupus, lo aprecio e intento a diario ser su amiga. Sí, ¡su amiga! No hay hipocresía, como en una verdadera amistad. Desde que esta relación surgió, todo ha mejorado; hay menos tristezas, cero depresión y ansiedad, mejor estado de ánimo, mayor paciencia y toneladas de amor propio.


¿Qué ha pasado?

31 primeros días llenos de controles médicos, un kilo menos de peso, mayores ganas de recuperar mi estado físico, un par de salidas a centros comerciales, un poco más de interacción con las personas que solía frecuentar, entre ellos algunos familiares; más deudas canceladas, más viajes cortos y una agenda con planes que me erizan y me animan a no dejar de vivir.


Los negativos dirán, "¡qué exageración, entonces tu vida es maravillosa!" ¡Lo es!

Tengo la enorme bendición de tener un servicio de salud óptimo en toda la extensión de la palabra, ahorro en ropa porque no es necesario comprar hasta que vuelva a mi peso normal, las salidas cortas a lugares públicos me permiten observar mi alrededor y darme cuenta que hay mucha gente por ahí, pendiente de la vanidad y el consumismo, como manera de ocultar sus carencias y por ello agradezco las enormes enseñanzas del lupus; he aprendido a reconocer con quienes hay un lazo de amistad en donde no caben la lástima o la crítica; tengo la fortuna de vivir una vida sin excesos, sin gastos innecesarios y con la tranquilidad de tener cada día menos deudas y llamadas amenazantes de los bancos (no sé si tú sabes qué es eso), he podido viajar prácticamente gratis, comer delicioso, visitar a mi perro Lukas y jugar con mis sobrinos sin que deba hacer un check out pronto por miedo a que me cobren una cifra exuberante por una noche más (¡el hotel Mamá es el mejor!) y he comenzado a visualizar, vivir y hablar de forma afirmativa sobre mi viaje a Bogotá para FilBo 2019 y el viaje con mis compañeras de aventuras a mitad de año.


Pero si luego de leer esto, personaje negativo y quizás enfermo en el alma, no consideras que tengo una vida maravillosa, ¡no sé que quieres entonces! Que podría ser mejor, ¡por supuesto, así será!, que requiere paciencia y poner mucho de mi parte, ¡claro que sí!


Mi amigo Lupus sabe que tiene sus días contados. Él cree que no hablo en serio, que estoy resignada a ser víctima de una enfermedad y a pasar el resto de mi vida lamentándome por lo que pudo ser. ¡Cuán equivocado está! Le he dicho más de cien veces mientras me miro al espejo, que el cabello va a crecer, que mis redondeados cachetes se desinflarán, que cada célula de mi cuerpo está sana y que mi corazón encontró paz y tranquilidad hace un buen tiempo y sigue en esa misma conexión por medio de la oración y la lectura de la bioneuroemoción. El pobre no me cree, porque la mayoría de personas que conviven con él lo odian y este odio lo alimenta a tal punto, que pierden la batalla.


31 días llenos de amor, 31 días en los que encuentro en mi la belleza que para otras mujeres podría ser imperfección física; 31 días con Dios.


Somos los encargados de darle a la vida el color que queramos. La mía es un completo arco iris cargado de rock, libros y sueños en proceso de cumplirse. ¿Cómo es la tuya?



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